Lectio Divina 3º Domingo de Pascua, ciclo B

Evangelio del día 14 abril: Lucas 24, 35-48

LECTIO

Los discípulos de Jesús están amedrentados y asustados ante la aparición del Maestro Resucitado. Jesús también se asombra por la reacción de sus amigos. ¿Por qué se asustan y por qué dudan tanto en su interior? En un gesto de condescendencia, Jesús come con ellos, está realmente allí, no es una fantasma, es su amigo que estaba muerto y ahora vive. Es motivo de alegría y no de miedo. Es hora de dar lugar a la alegría como impulso para la nueva misión de los seguidores de Jesús.

 

MEDITATIO

Probablemente tendrían muchos motivos para dudar, como nosotros en su lugar: pandemias, crisis económicas, guerras, divisiones en todos los niveles de la vida… No parecen un escenario mesiánico y de prosperidad. Sin embargo, la presencia del Resucitado es un viento de esperanza que despeja la densa niebla de los miedos. Ya no hay espacio para el escepticismo y la incredulidad, para la desconfianza, para las crisis de identidad entre los seguidores de Jesús. El don de la paz y de la alegría en la resurrección es el marco de un nuevo hito en el lento y desafiante camino hacia la fe.

 

ORATIO

También nosotros, Señor, vacilamos, surcamos las difíciles aguas de la duda y la incredulidad, y tenemos miedo de perecer. Es el horizonte de verte lo que nos sigue animando a nadar, a correr incansablemente. Y aunque nos cansemos, tú siempre estarás con nosotros, en lo cotidiano, en el pan de cada día, nutriéndonos e impulsándonos a seguir. Gracias, Señor, por seguir siendo nuestra fuerza y nuestra alegría.

 

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