Lectio Divina 3º Domingo de Cuaresma, Ciclo A
Evangelio del día 19 de Marzo: Juan 9, 1- 41
LECTIO
El texto de hoy es, aparentemente, la narración de cómo Jesús devuelve la vista a un ciego. En realidad, es una hermosa catequesis en la que Jesús se desvela, progresivamente, como la luz del mundo. Así, la curación física pasa rápidamente en el relato, porque lo más importante es llegar a la fe, abandonar la ceguera espiritual y adquirir la experiencia personal suficiente para decir: «Creo, Señor», incluso en un ambiente hostil. Curiosamente, no solo el ciego recobra la vista al encontrarse con Jesús. Todo su entorno queda alterado y afectado ante el paso del Señor: los padres del ciego, los adversarios, cuantos lo conocían. También el lector es invitado a renovar su adhesión a Jesús.
MEDITATIO
Aquel ciego podemos ser cada uno de nosotros. Llevamos dentro y tenemos a nuestro alrededor zonas oscuras a las que aún no ha llegado la luz de Cristo. Se resiente nuestro seguimiento y nuestra misión. Como el invidente del relato, somos incapaces de vernos a nosotros mismos, a los demás y a la realidad que nos rodea con la mirada de Dios. Me hago consciente de esas zonas oscuras, medito sobre los pasos que estoy dando para avanzar y fortalecer mi fe. Reconozco a las personas y las situaciones que me ayudan a madurar en mi fe; también las que me estancan.
ORATIO
Señor, tú me diste estos ojos. Pon en ellos tu Luz y dime hacia dónde he de volverlos para descubrirte más y mejor. Señor, tú me diste esta voz. Pon en ella la palabra que mejor exprese a mis hermanos tu Palabra. Señor, tú me diste estos pies. Dime por qué caminos he de llegar hasta los excluidos, los sin techo, los ciegos. Señor, tú me diste estas manos. Están dispuestas a sanar, como las tuyas, y a acompañar a otros hacia ti, que eres la Luz del mundo.