Si analizamos con claridad y realismo lo más esencial de nuestra condición humana, sus luces y sus sombras, veremos que ella misma nos hace capaces de lo mejor y también de lo peor, de ser muy humanos o inhumanos. Y descubriremos que la felicidad o la desdicha en la vida dependen de la calidad de nuestras relaciones interpersonales, del amor o el desamor con que las vivamos.
Y si después de esa exploración abrimos los evangelios y observamos cómo vivió Jesús nuestra condición humana, veremos qué tipo de hombre fue y contemplaremos en Él la humanización del amor de Dios. Jesús comparte con nosotros su Espíritu, la fuerza de vivir en el amor sin egoísmos que dinamiza las mejores esencias de nuestra condición hacia la felicidad personal, familiar y común.
Ese es el itinerario de las páginas de este ensayo, escrito con el corazón y la cabeza, atento a nuestra vida cotidiana que en el mundo actual se nos deshumaniza fácilmente, lo que hace aún más atractiva y necesaria la propuesta de Jesús.
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