«Los nuestros no son malos tiempos para la espiritualidad bíblica», afirma Fidel Aizpurúa en la Introducción a la obra, pero también advierte de que «la espiritualidad, en general, y la bíblica en particular, es una materia dúctil, hasta imprecisa».
Fidel Aizpurúa defiende que «la Espiritualidad Bíblica quiere ser casa amable, acogedora, común, para quien desee entrar sin llamar», y a través de las páginas de este libro enseña el camino para entrar en ella, al hacerla más comprensible y cercana a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
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