Es práctica común interpretar los textos bíblicos ignorando su cuna y aislados de sus contextos, de lo que resultan anacronismos y distorsiones. Esto es grave cuando se trata de temas vitales como el divorcio, que se leen, además, como productos de un Jesús legislador y evangelistas amanuenses, sobre los cuales se retroproyectan prejuicios doctrinarios foráneos. Diferente es la lectura informada y contextual de la exégesis, que escucha los textos como testigos de la vida misma. Es lo que este libro propone.
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