Por lo que respecta al Antiguo Testamento, Jerónimo decidió traducir desde la lengua original, el hebreo (Hebraica veritas). Este hecho provocará una polémica con san Agustín, que defiende que se debería traducir, como hasta entonces se había hecho, desde el griego de la Septuaginta, considerada como la Escritura de los cristianos y el texto utilizado por los apóstoles en el Nuevo Testamento (Septuaginta auctoritas).
Hebraica veritas versus Septuaginta auctoritatem describe la tensión entre dos principios justos que debe ser resuelta sin censurar ninguno de ellos. Esta obra, describiendo los orígenes de la polémica, quiere contribuir a desvelar un principio sintético que ya está presente en la Vulgata y en el magisterio de la Iglesia y que merece la pena ser retomado para no perder la riqueza que la palabra multilingüe de Dios nos ha entregado.
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