Personajes muy singulares los profetas de Israel. Uno por uno, les pongo rostro y voz, para que nos hablen en primera persona. Cada uno nos dice: ¿queréis saber cómo me fue en la vida?, ¿por qué me tocó gozar, sufrir, pensar, hablar, dudar de Dios y protestar, desesperar, esperar? Os abro mi corazón; os descubrirá algo del vuestro.
Más que sus palabras, nos hablan sus personas y sus vidas. Nos cautivan, nos remueven, nos hieren y sanan, nos denuncian nuestras mentiras e ídolos, nos invitan a la esperanza...
De ahí su valor testimonial, enorme y actual. Nos ayudan a leer nuestro corazón en su complejidad, nuestra sociedad moderna con sus enormes contradicciones, la Iglesia con sus páginas bochornosas. Un camino para madurar en nuestra fe y en nuestra esperanza, tan heridas.
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