La Biblia ha sido una de las grandes fuentes de inspiración para la creación artística. Sus historias y protagonistas han generado un riquísimo patrimonio que se ve reflejado en muy diversos lugares y soportes, desde templos y museos hasta vajillas y camisetas. Las obras bíblicas están presentes en obras antiguas y contemporáneas, en el cine, el cómic o la publicidad. Unas tienen una clara intencionalidad religiosa y otras no, pero, aun así, son muy importantes para la transmisión de la Biblia.
Este libro reflexiona sobre cómo los textos sagrados han sido y siguen siendo fuente para el arte, y, sobre todo, cómo las imágenes condicionan la lectura de los textos al introducir en ellos, consciente o inconscientemente, aspectos que no estaban en la mente de los escritores bíblicos.
Esta monografía, además, adentra al lector en las preguntas sobre qué se ilustra de los textos bíblicos y cómo se hace, así como qué se silencia de ellos o se deforma. También en cómo la pintura, escultura, dibujo o cine permiten al lector de la Biblia descubrir escenas y personajes que de otro modo le habrían pasado desapercibidos.
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