Jesús fue educado, en la tradición del pueblo de Israel, para orar con los salmos y convirtió el salterio en «su libro de oración» (D. Bonhoeffer). La Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Maestro y Señor, hizo suyas aquellas estupendas oraciones líricas inspira-das y exhortó a los creyentes a aplicar los salmos no sólo a las grandes festividades, sino también a las circunstancias de la vida de cada día.
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