La búsqueda de un contacto con la trascendencia ha sido la preocupación mayor y más intensa del ser humano. La historia de las culturas humanas está surcada por la presencia de Dios. Es con esa presencia con la que el hombre se topa cuando busca su identidad. En su inconsciente más íntimo es donde nace la religiosidad, cuyo lenguaje se expresa con la oración. El autor insiste en decir que "aprender a orar consiste en redescubrir el camino que lleva al corazón".
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