¿Por qué?, fue la pregunta, sin respuesta, incontestable, testaruda, constantemente reiterada en boca de aquel padre, mientras su mirada acechaba, incrédula, el rostro lívido de su hija, dieciocho años, recién fallecida de forma absurda e imprevista. Su eco, flotando en el ambiente, conmocionó al autor de este libro, hace más de cincuenta años, y alumbró en él su vocación por entender el misterio de la muerte.
Vivir la muerte garantiza saborear la vida. Resulta absurdo soslayarla. Hay que asumirla como parte esencial de la existencia, con sus contrastes, con sus miedos, también, muchas veces, con la sencilla felicidad de lo natural y cotidiano. Es necesario preverla, prepararla y acogerla. También, lograr que su duelo sea humano y enriquecedor.
Es muy probable que leas esta invitación con prejuicios y con temor. Sacúdetelos: este texto te ayudará a ser feliz. Ignorar la muerte empobrece y reduce las ganas de vivir.
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