Desde su cercanía vital a Bergoglio, el autor profundiza en la figura del pastor que el papa quiere promover en la Iglesia y que él mismo ha intentado encarnar, como sacerdote, arzobispo de Buenos Aires y, finalmente, obispo de Roma.
La frase más emblemática del papa Francisco sobre los pastores, la que ha calado más en el corazón de todos, no viene del campo de la «ética», que se impone, sino de la «estética», que atrae: quiero «pastores con olor a oveja»... «y sonrisa de papá». Esa es la figura del obispo que tiene en el corazón el Santo Padre. Y vale también para los sacerdotes, los cardenales y el mismo papa: pastores que no solo no pretendan vestirse con la lana de las ovejas, sino que anden «apasionados» por servirlas.
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