Sobran maestros y falta gente con paladar de bienaventuranzas. En esta obra, Carlos del Valle habla de la vida consagrada como protagonista y ofrece páginas que tienen mucho de interpretación de experiencias. Estamos ante un libro que profundiza en lo común evangélico, lo profundamente humano, y contagia identidad bien definida y motivación bien alimentada.
Para el autor, consagrado es quien está en el corazón de Dios, no solo ocupado en cosas de Dios; con el pobre al lado y Dios dentro; quien hace de su vida un comentario al Evangelio.
La obra busca dejar un poso de serenidad y confianza en la bondad del mundo, y para ello Carlos del Valle va sacando al baile a sus personajes favoritos: deseo, humanidad, sencillez, sensibilidad, servicio, alegría, bondad, humildad... presencia del Espíritu. Para que los religiosos no nos dediquemos a vender pan, sino a ser levadura.
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