Los sacramentos no son distintos casos de milagrosa presencia divina, ni simples recordatorios de lo que hizo Jesús, sino signos efectivos de la continua presencia de Dios en el mundo. Llaman a los creyentes como individuos y como comunidad a atestiguar la cercanía de Dios y a contribuir a la salvación que esto implica. En su naturaleza de signos e instrumentos, muestran la historia humana como sacramento de salvación y la transforman en esto mismo. En el presente número de Concilium intentamos desarrollar ulteriormente estas ideas sobre los sacramentos, la Iglesia y su relación con la historia humana.
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